El
estereotipo es como los antiguos serenos: solo acudes a él si no tienes forma
de entrar cuanto antes donde necesitas hacerlo. Solo que lo que produjo su
extinción no fue el desarrollo de la paciencia, sino una mayor conciencia de la
privacidad. El estereotipo sobre lo que África necesita permite llegar mucho
antes a una conclusión, y sobre todo, hacerlo sin llamar a gritos a la propia
conciencia. Y la consecuencia es que millones de personas en todo el mundo donan
cada año dinero a múltiples ong para financiar hospitales, pozos, escuelas y
equipación varia, -lo que es formidable- pero pocos han de preguntarse si acaso
lo que podrían necesitar es simplemente que en cada casa europea hubiera un
ejemplar del libro de Adam Hochschild El fantasma del rey Leopoldo, publicado
en nuestro país por Península en 2002, y que narra cómo durante el reparto
colonial del mundo en los siglos XIX y XX, el rey Leopoldo II de Bélgica saqueó
el Congo, asesinando a diez millones de sus habitantes sin que, durante esos
años, su imagen dejara de ser la de un monarca bueno, preocupado por su pueblo.
Lo que, como tantos de los genocidas del siglo XX, por supuesto era. Si el
humor es aparentemente el camino más injusto, por suave, para llegar a
denunciar cómo nuestra visión de la precariedad es solo nuestra renuncia a
buscar la llave que lo explica demuestra también que, allí donde no llega todo
lo que una sociedad acomodada está dispuesta a no atender, pudiera hacerlo el
sentido del ridículo.
http://www.africafornorway.no/
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