Como si
unas patrocinaran al otro, o viceversa, las noticias que enmarcan el anuncio
sirven para explicar su engranaje real: hundida –y rescatada con dinero
público- gracias a una deuda catastróficamente más alta que la mentida cuando salió
a bolsa, y habiendo arruinado a miles de ahorradores –llamar inversores a la
base social de bankia es una estafa más-, los principios a los que llama a
regresar su anuncio no pueden volver: no los hubo cuando, como caja de ahorros,
se le imponía tenerlos. Hoy es un banco. Su deber es ganar dinero. Es decir,
invertir en aquello que más beneficios proporcione, aunque eso suponga
esquilmar a quien no sabe de qué le hablan en una sucursal, financiar hábitos
corruptos en política y empresa, o actuar con irresponsabilidad perfectamente
avalada en su consejo de administración. El ritmo a que llama a recuperar
consistió durante una década en financiar una economía de ladrillo mal puesto,
aberrantemente sobrepagado y que, por cada pared, levantó otra tras la que
ocultar el dinero oculto a disposición de esa otra banca pagada con dinero
público –la política. La única verdad no sonrojante del anuncio es que durante
lustros todo eso funcionó como un reloj. Buena parte del ajuste actual que
empobrece a un país es solo lo que lleva volver a ponerlo en hora.
sábado, 23 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
la inteligencia precisa
La apelación a la necesidad de invertir en inteligencia que se escucha
desde el ámbito de las humanidades demediadas y la investigación en nuestro país
no es nada comparada con las necesidades de financiación que la inteligencia
bancaria necesita para recomponer su estupidez con tanto esfuerzo labrada. Es
así como, para hacer frente a lo que supondrá cerrar 327 de sus 811 oficinas, y
despedir a 2.508 empleados –aproximadamente la mitad de los totales- la idea de
inteligencia que se necesita en sus clientes es una que, obviamente, no
necesita de ellos análisis alguno, sino tan solo su dinero, dado que ya es
suficientemente inteligente la cuenta corriente que “ahorra sin que hagas nada.” El mundo sería un lugar más habitable
si uno solo anunciara y pidiera lo que no tiene, y los bancos son los primeros en dar
ejemplo.
La gorgona de la verdad
“Las declaraciones de
principios son gratuitas –se lee en El País de hace unas semanas- No comprometen a nada. Clubes de fútbol hay que se envuelven en la
bandera de la caballerosidad mientras sus defensas siembran el terror en el
campo y fuera de él. Ni la bandera compromete a los defensas ni los defensas a
la bandera.” Envueltos en ambas –en la bandera de los principios y en la
defensa aconsejada por sus abogados- el banco que paga este anuncio viene de
pagar 1.170 millones de euros para evitar que las autoridades financieras de
Estados Unidos, Suiza y Reino Unido exijan más responsabilidades por la manipulación
del índice intercambiarlo líbor. Tras anunciar en octubre el despido de 10.000
empleados y pérdidas de 2.025 millones en 2012, la verdad anunciada y los números
que ocultan comparten el mismo color. Que el eslogan –we will not rest- vaya en
el mismo color que el mito es solo la misma coherencia.
cotización del anuncio
Como también prueban las declaraciones de los consejeros de las
entidades financieras cuyas cuentas aprobaron durante años sin saber, ni
necesitarlo, qué aprobaban, la realidad bancaria se basa, como la política, en
no necesitar más testigos que los que la defienden en consejos de administración.
Por eso tan normal es que quienes aprueban un anuncio vean en él periódicos –noticias-
cuyo formato tan obviamente no existe, y por lo tanto huele a farsa donde se
pretende imitación verosímil, como que el anuncio cuente en la pág. 9 aquello
que la pág. 25 –donde se informa de sus 19.056 millones perdidos en 2012, los
mayores de la economía española en su historia– vuelve más visiblemente farsa. Obvio
que el anuncio pugna por responsabilizarse solo de lo que venga a partir de ahora,
su última frase aspira a un futuro brillante… contestado en el periódico del día
anterior: en él, el claro “balance que la
sociedad hace de nosotros” –la pérdida del 99,7% de lo invertido en el
banco que se les vendió hace apenas año y medio, como se ve hoy basado en “balances saneados y un plan estratégico
aprobado en Europa” perfectamente falsos. Y cuyo logro, reducido el valor de sus acciones a un céntimo, habrá
creado 1.5 billones de acciones. Su publicidad vale aún menos.
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