viernes, 30 de octubre de 2015

daily fresh rotten


Anuncia Deustche Bank que viene de perder 6.024 millones de euros en el tercer trimestre y anuncia 35.000 despidos y el fin de su presencia en 10 países. “No tenemos un problema de estrategia. Sabemos exactamente adonde queremos ir” –dice su presidente, resumiendo el memorandum mensual que ha de circular por las sucursales del banco en el que uno tiene su dinero desde hace veinte años. La razón, el que el gestor personal fuese, hasta hace nada, una amiga del colegio. Es justo esa frescura que menciona el anuncio la que, hace un par de años, dio como resultado que mi amiga intentara venderme deuda pública de comunidades autónomas con calificación de bono basura y presencia diaria en la prensa económica de aquellos días. Para no mirar a la cara de quien intenta estafarte dentro de un banco, uno puede mirar a las paredes, y allí leer alguno de los carteles donde se alardea de ser, por enésimo año, el primer banco por satisfacción de sus clientes. El único que no miente un ápice podría ser el presidente del grupo al decir que saben exactamente adonde van. Que lo diga el día que anuncia de donde se van es también una verdad exacta.

jueves, 29 de octubre de 2015

elección



En general es mejor estar a la altura de la idea que se escoge adoptar, incluso si ésta tiene que ver con la política. La coyuntura que anima la idea del anuncio parte de esa tesis –aprovechar la proximidad de las elecciones- pero se cuida mucho de aprovechar las posibilidades plenas de la asociación. Y tiene sentido, pues aunque la política del pp sin duda contribuye a dejar un país más pobre –en lo cultural, en lo económico, en la permisividad o el amparo de la corrupción- es cierto que la generación de pobreza –verdadero núcleo del capitalismo en su fase actual- no necesita ya de la política para ayudar a las empresas en ese empeño. La oportunidad perdida no tiene que ver con un anuncio –que poco puede donde otras fuerzas no- sino con esa renuncia de una ong al que debería ser su verdadero, y más sólido objetico: no recaudar, sino educar. No solo financiar sus campañas anuales, sino contribuir al cambio de modelo, que pasa, más arduamente, por dejar de votar a las empresas que destruyen empleo a cambio de enriquecer de forma obscena a sus gestores, y más fácilmente, por dejar de votar a quienes desde el envase de la peor política pregonan un mundo más estulto, mezquino y ciego. En un mundo que ama odiar, escoger la política para denunciar lo que no se hace es afrontar una mirada polarizada a poco que añadas nombres a la denuncia pública. Solo que, dado el propósito del anuncio, justo esa pudiera ser la opción sensata si se aspira a rentabilizar el dineral que cuesta la inserción.

martes, 27 de octubre de 2015

delicadeza del hooligan



Entre la ternura y la desfachatez, la publicidad política de nuestro país afronta el mundo con una candidez impropia de empresas ampliamente consolidadas en el oficio de reducir la realidad a un cuento manejable. Maravilla la torpeza, la vulnerabilidad a un formato –el de la brevedad, el de la reducción del contenido a lo que quepa en un minuto- que, unos centímetros más allá, constituye la razón misma de su supervivencia a un mundo que muestra a cada instante la mezquindad de sus maniobras, y sin embargo, no logra lo que la lógica más burda debiera garantizar: su ocaso inmediato, la vergüenza pública, el enjuiciamiento de por vida. Como casi todos los actores políticos en estos lares, el pp balbucea en lo publicitario lo que impunemente miente en su tarea diaria frente a los medios, el público y quien se le ponga delante.
Incluso por sabida que sea su absoluta desconexión con la realidad, sorprende que su publicidad parezca, campaña tras campaña, como si hecha desde el partido de enfrente. El sentido del ridículo es un rasgo poco español, y en esto no son seguramente mejores que nadie. Asi que acaso el fracaso en el manejo del simbolismo más elemental se explica en que la misma definición del símbolo –un signo que representa otro- ha de parecer herramienta demasiado sofisticada en un sector en el que la práctica habitual es un signo absurdo que niega el evidente, el que cualquiera puede ver.
La indiferencia, la mirada acostumbrada a la ramplonería política sería una respuesta aceptable de no ser porque la que contempla el anuncio va del patetismo a la estupidez automáticamente asumida en quien se muestra en público de semejante manera. Que justo eso gobierna ese partido es evidente para cualquiera que lea a diario sus declaraciones, asi que ha de ser que el esfuerzo por autoridiculizarse no tiene que ver con la mirada no adepta, sino con complacer a quien, viniendo de leer abc o la razón, ha de ver en la metáfora hospitalaria el evangelio probado de la virtud con que un asesino salva del sufrimiento a sus víctimas al tiempo que las mata. Médicos zurdos –les falta decir- nos matarán si les dejamos.

domingo, 25 de octubre de 2015

publicidad es publicidad


No es frecuente que un anuncio hecho sin pies ni cabeza pueda llegar a generar significados tan sutiles en tanta gente. Un futbolista que hasta hace nada militaba en un equipo español sirve, generosamente explicado, para defender la portería de miles de estafados por la práctica bancaria, y en ello los seguidores de ese equipo que le añoren pueden leer en el subtitular el único mensaje que parece tener sentido ligado al famoso –“trabajan para que recuperes lo que te pertenece”. Por supuesto nada de esto es así en la mente de quien aprueba, y seguramente dicta, el anuncio. Que es, con toda probabilidad, el señor no famoso que aparece al lado del anterior. Y que también con toda probabilidad entiende que un anuncio con famoso, aunque de nexo incomprensible, ha de ser bien recibido entre quienes fueron estafados por un contrato bancario en el que lo que no tiene sentido aparecía junto a lo que sí. Un último estertor de comprensión del fenómeno publicitario viene a darle la razón al señor patrocinador, y es que un famoso atrae la atención, y eso es ya bastante para que además compense el esfuerzo por dar sentido a la unión de dos ideas antagónicas –un futbolista que tiene infinitamente más de lo que merece, y una actividad –la abogacía- que se ofrece a defender los derechos de quienes vienen de perder injustamente lo poco que tienen. Hacerse una foto junto a un futbolista famoso es, a su juicio, seguramente más importante que emplear adecuadamente el dineral que cuesta un anuncio a todo color en el periódico de más tirada de nuestro país el día que más caro sale. Y todo esto sería banal –aún más banal- si el hashtag elegido no fuera un insulto a la cara de quienes pasan su vida estudiando y matándose a trabajar durante décadas sin ganar una milésima parte de lo que gana un señor por dar patadas a un balón o detenerlo. Si hubiera justicia alguien iría a este señor y le diría que es tonto. Y que la defensa de mis intereses seguramente exige no solo conocimiento jurídico sino algo de sensibilidad.

mitín de altura



La identidad nacional financiada por la lotería no debiera sufrir más que relacionada con el partido que la representa por turnos, o con la sarta de sandeces o crímenes adheridos a ese caparazón. Y sin embargo lo que podría haber producido esto es justo la ausencia, extrañamente pudorosa, de organismos oficiales que puedan firmar algo así, como si el ministerio de cultura que ampara el toreo o el ministerio de gobernación sintieran vergüenza por un fuego artificial mucho más explícito que los que conforman su día a día. Qué si no un espectáculo de luz y sonido es el gobierno actual, qué si no la noche espera tras uno más de sus mítines a la salud de una idea bobalicona de nación, que es la que le rinde réditos electorales. Uno imagina un consejo de ministros y lo raro es que no se peleen por firmar el anuncio.

sábado, 24 de octubre de 2015

recuerdos que se atan solos




Un anuncio producido en 2011 que se ve con especial puntería cuatro años después, al alcanzarse la fecha en que el futuro y el pasado se engarzan en la segunda de las películas de la trilogía. También uno que honra cierta película realizada casi treinta años antes, que plantea un viaje hasta nuestros días. Más asombrosamente, uno a partir de un producto peculiar hace 30 años, y no muy bien tratado por el paso del tiempo hoy. De cuantos viajes en el tiempo sugiere el anuncio, su mezcla de sensibilidad, respeto al original y fidelidad en los detalles es el viaje más extraño, el más insospechado en tiempos de envejecimiento prematuro de cuanta idea producimos hoy.

domingo, 11 de octubre de 2015

el pastor extraviado


La naturaleza de un anuncio suele resumirse en considerar todo lo que no sea obvio como vano. Y en eso esto que imprime hoy El País es una curiosa forma de ir en otra dirección. Que extrañamente parece consistir en ignorar los malos hábitos con que se juzga desde un anunciante la comunicación, para, solo entonces, ignorar también los buenos. Una vez que uno localiza la web del patrocinador en el anuncio y descubre a qué se dedica, queda claro que las ovejas están ahí para ilustrar la lana de sus jerseys. El sentido más hondo de la nieve o del perro quedan quizá para otro anuncio. Como la cita que lo acompaña, que, sondeada en la web su sentido textil, transmuta en una de Dostoyevsky con una lógica más inmediata, que da paso a una de Sócrates acerca del valor del conocimiento. Si uno no indaga en pestañas más explícitas, la impresión primera, y errónea, es la de hallarse en una habitación decorada con páginas de un libro de citas famosas. Entre esas pestañas está la de un teatro, auspiciado por la marca. Fiado a la web, el humanismo perméa los contenidos y el credo de sus dueños. Y lo que es inusualmente admirable desde la empresa se vuelve enigma desde ese resumen afinado que es, o debiera ser, su comunicación. Si la naturaleza no hace nada en vano, la publicidad sí, a todas horas, allí donde uno mira. Por eso queda raro en quien se adhiere a un discurso basado en el buen criterio, en el pleno sentido de lo que nos rodea, que su anuncio elija enhebrar con hilo tan torpe partes tan bellas como las que aglutina en espacios menos angostos. El batiburrillo es parte esencial de la capacidad humana, pagar lo que cuesta una página a color en un dominical para exhibirlo es un lujo más. Como lo que inadvertidamente cuenta la imagen, salir del rebaño debiera, cuando menos, servir para ir a un sitio mejor.