domingo, 22 de enero de 2012

rights and wrongs



Parafraseando el guión, rick perry es gobernador de Texas desde el año 2000, pero nadie necesita estar al mando de uno de los mayores estados del país para ver expuesta nítidamente la catadura real, normalizada o paleolítica, de sus gestos, por nimios que sean. La religión es uno de esos gestos ínfimos, algo que debería permanecer en el ámbito privado de la relación entre uno y las voces que cree oír, o las que no le importa dirigir a la nada sin pudor. Y una de las razones por las que el felizmente excandidato ya a la nominación republicana expone la conveniencia de esas conversaciones con la nada sin un gramo de pudor, en un anuncio, espacio que debería hablar de cosas públicas, entendidas como tales las que cualquier pueda ver –un colegio, un recibo de la luz, un libro- acaso esté en que la única forma de entender su cuarto mandato ya como gobernador es pensar que quienes le votan no le escuchan, o que la nada que éste transmite se encuentra a medio camino con la nada que otros exhalan y así, como en religión, la convicción política se basa en el vacío. Como parte del anuncio está financiado por aquellos que pagan por apoyar su candidatura, lo que tenemos es el pago justo de aquello a que puede aspirar la peor forma de hacer política: la conversión de lo público en lo que yo veo sin necesidad de que otros lo hagan. Tiene razón perry: votada la política con las armas con que se vota en misa, la religión, como limitar los derechos de los homosexuales, es puro epicentro político. 

lunes, 16 de enero de 2012

el general ya tiene quien le escriba

Para entender el osado hallazgo de la firma de inversiones que paga cada tres meses este anuncio, hay que imaginarse a la iglesia católica llamándote a misa… mediante una enérgica epístola a dios, en la que recriminarle sus métodos, sus plazos, su silencio administrativo. Incluso comparten paradoja: y si a dios se le recriminaría su inacción, y a ti solo tus actos, el prolijo discurso de desastres hechos y por lograr con que se aborda a Mario Draghi sería, una vez logrado que te sientes a hablar de tu dinero, probablemente una descripción buenista de las oportunidades de inversión que se te ofrecen. Cortejado sin gran éxito por gobernantes y presidentes de grandes bancos, el presidente del BCE asoma, así, y sin ser pagado por ello, como el mejor prescriptor jamás imaginado de un fondo de inversiones. Y Draghi no puede evitarlo. Extrañamente, la publicidad puede a veces lo que la política no.