sábado, 31 de marzo de 2012
nueva vito de volkswagen
En la noticia de un nuevo canal de televisión dedicado a
emitir cine, se lee a uno de sus directivos que “habrá dos pausas publicitarias a la hora, pero se harán muy
cuidosamente para no interferir con la trama de las películas”. Y hay un
reverso suculento en el tema, que pudiera salvar al cine de la publicidad y a
ésta de lo que interrumpe: no ocultarla, sino insertarla mejor. Es decir, con
más sentido. Habría que probar a advertir a los anunciantes de la trama del
cine programado. Que éstos pudieran interactuar en sus anuncios con los
protagonistas de la película que interrumpen. Lo que se perdería en exigir
formatos infinitamente más baratos se ganaría en complicidad con el momento en
que insertado. Dudosamente la sutileza inexistente con que la publicidad se
maneja hoy entre lo interrumpido iba a sentarle peor a las marcas que lo hacen.
Hay que imaginar, durante la emisión de El padrino, el corte advertido con
tiempo suficiente para que un detergente pueda salpicar su mensaje de referencias
a la mesa del restaurante en que Mike/Pacino viene de descerrajar dos tiros a
sendos matones. O a una compañía aérea interrumpir con una más saludable
alternativa la escena en que Sonny/Caan viene de ser acribillado en un paso
aduanero, dentro de su coche. Qué perderíamos por intentarlo. Quién sigue
mirando la pantalla cuando aparece un anuncio hoy día.
viernes, 16 de marzo de 2012
el no anuncio
No es menos asombroso que una marca presente
en todo el mundo lo logre sin invertir en publicidad de lo que pueda serlo que a
la mayoría de los anuncios, de puro intercambiables, les sobre la marca que los
paga. Abrir una revista de moda es entrar en la habitación de los espejos. ¿Es
una coincidencia que la totalidad de la publicidad que hay en ellas renuncie a
todo lo que no sea poner un logo bajo la fotografía?. ¿Segrega automáticamente
un modelo teórico la inexistencia publicitaria de Zara? ¿es uno que habla del
valor de la publicidad como un factor que sirve para construir marcas justo
hasta el punto en que cada producto se convierte en el único anuncio que
necesita?. Zara está presente en todo el mundo. Como Gap, Cartier, Armani, Levís
, Benneton y cada una de las marcas que invierten en publicidad. ¿Puede tan
nítidamente necesitar hacer publicidad una marca cuyos productos son clónicos
de otra que no lo hace?. Los gobiernos caen en todo el mundo a pesar de que su
labor diaria consiste en buena medida en convertirse en su propio anuncio. Uno
camina por la calle y entra o no en la tienda que aparece en el camino. Existo
–enuncia la publicidad que renuncia a contar algo más que eso. Solo que no se
puede entrar en una valla al verla. Voluntariamente inerte, es una puerta
tapiada, un muro hecho de glamour que parece animar a comprar ropa, el día que
pases por la tienda que sea, sin que importe la marca que elijas. No se
diferencian tanto dos seguros de automóvil de lo que lo hagan dos jerseys y sin
embargo no chapotean somnolientos en la irrelevancia publicitaria. Quizá por
eso, al inaugurar una tienda en una de las calles más relevantes del mundo, la compañía
que no invierte en publicidad decide hablar de esa otra ropa que uno lleva puesto
todo el día: su ciudad.
gracias a claudia, que lo envía
gracias a claudia, que lo envía
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