El trasvase de contenidos entre cine y
publicidad es a veces un juego de espejos: convertida la saga cinematográfica que
ampara el anuncio en una cuyas tramas tienden al videojuego sin pudor a base de
repetir argumentos, dar enésimas oportunidades a los mismos personajes y
reiniciarlo todo a partir de la misma idea, su conversión oficial en videojuego
halla en esta forma magnífica la esencia misma del original: por un lado,
vibrante y tenso, el símil con el duelo que es la escena clave de Star Wars y
la única cuerda que sostiene algo valioso en las larguísimas horas rodadas de
la saga: el combate entre el bien y el mal creado a partir de aquel. Por otro, las
escenas de lucha espacial, cien veces repetidas, idénticas entre sí, y donde el
videojuego aporta, eso sí, la diferencia que el cine tristemente no puede: que la
única razón para asistir a una más sea participar de ella, luchar, triunfar o
caer, con algo –tu propia vida virtual- en juego que compense el saberse el
escenario y las razones de memoria. Con todo eso en contra, la primera parte
del anuncio es estupenda, honra los guiños de la saga que cualquiera se sabe al
dedillo, y lo hace con la más inesperada de las formas: sugiriendo un hallazgo
formal que las 17 horas estrenadas hasta la fecha quizá agradecerían, algo que,
parafraseando el mito dentro del mito, parece convertirse en más poderoso
cuanto más abajo cae.
jueves, 14 de diciembre de 2017
sábado, 9 de diciembre de 2017
el gigante que solo tú ves
El candor y el ridículo se asoman a un producto
cultural de forma distinta a como lo hacen a un producto de cualquier otro
tipo: la mediocridad de una bayeta, un zapato, un refresco o una casa es
compatible con su demanda explícita y su uso público y masivo. Pero un libro que
se oferta en forma y fondo patéticos lo hace en un área del consumo –el cultural-
que opera bajo el prurito de aspirar al arte, e incluso cuando es solo al
entretenimiento, se beneficia de que el formato libro tiene, en sí, dignidad
automática.
A falta de elegancia o sensatez publicitaria, el arrojo domina el espantajo: al órdago que es anunciar semejante autoedición a plena página del suplemento cultural de El País, el diseñador de semejante horterada añade su nombre a los créditos, como si dejar solo al poeta que paga el anuncio repartiera menos vergüenza ajena si dividida entre dos. Como colofón del engendro, la nota del autor, ilusa, patéticamente al servicio de la comprensión más básica de cualquier noción de comunicación, sonroja acaso al autor sin merecerlo, víctima inane del patán que le pone a vender así sus textos. Nacido en Zalamea, algo de la necesidad urgente de justicia que Calderón dejó en su obra vendría bien a este señor de apacible aspecto y horrísona imagen literaria.
A falta de elegancia o sensatez publicitaria, el arrojo domina el espantajo: al órdago que es anunciar semejante autoedición a plena página del suplemento cultural de El País, el diseñador de semejante horterada añade su nombre a los créditos, como si dejar solo al poeta que paga el anuncio repartiera menos vergüenza ajena si dividida entre dos. Como colofón del engendro, la nota del autor, ilusa, patéticamente al servicio de la comprensión más básica de cualquier noción de comunicación, sonroja acaso al autor sin merecerlo, víctima inane del patán que le pone a vender así sus textos. Nacido en Zalamea, algo de la necesidad urgente de justicia que Calderón dejó en su obra vendría bien a este señor de apacible aspecto y horrísona imagen literaria.
viernes, 8 de diciembre de 2017
cuando podrías elegir mejor
Aunque en moda sea redundante, también los
tópicos impiden ver el bosque: concentrados en el poder manido del “poder de la
elección” como ladrillo visto de tanta edificación publicitaria, el
patrocinador de este anuncio elije semejante grandeza conceptual y aún supera
el logro, publicándolo en una revista de tendencias, muchas de cuyas páginas
están llenas de señores y señoras vistiendo ropajes muy cercanos a los que el
anuncio exhibe para ridiculizarlos. “Estamos
acostumbrados a elegir y, sin embargo, cada vez que lo hacemos, nos cuesta”
–dice. La evidencia de la incapacidad –esa otra denominación de origen.
martes, 5 de diciembre de 2017
redacción
Incluso en el mayor de los reinos de lo
visual alguien podría haber descubierto que algo se está perdiendo en el
proceso de cambiar el alfabeto por el pantonario: la compañía que firma el
anuncio lleva meses publicando un anuncio de 394 palabras, sin una sola imagen,
ofertando las instrucciones para leer correctamente… que cualquier niño de 10
años ya ha aprendido en el colegio. Algunas de sus lecciones incluyen lecciones
complejas como “algunas historias son
solo broma” u “otras son
conscientemente falsas”. Y para esto hicimos desaparecer los periódicos
impresos.
lunes, 4 de diciembre de 2017
divide y lavarás
Solo hay una cosa que una revolución
doméstica agradezca más que las comparaciones y es la ligereza, el humor
necesario para combinarlas sin que el pudor sufra más de la cuenta. Extrañamente,
los méritos de este spot se duplican al duplicarse los spots que contiene,
unidos y sin que el cambio de tono espante a quien lo observa o avergüence a
alguno de ellos: como si lo rodado fuera el estricto seguimiento del powerpoint
que divide en columnas las bondades del concepto y las del producto (que a su
vez consiste en dividir las funciones de una lavadora y simultanearlas), la
primera parte del spot, el primer spot, se engrana con el segundo con elegancia
que no obvia los códigos explícitos a los que sirve cada uno de ellos: el de
las ideas y el de los anuncios de lavadoras, respectivamente. Y sin embargo se
mueve.
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