Apenas
un mes desde que el banco Espírito Santo fuera rescatado por 4.500 millones de
euros de los fondos europeos, de que sus accionistas lo perdieran todo, de que
fuera escindido en dos bancos –el malo y el nacionalizado temporalmente-, su
reencarnación se anuncia en el mismo periódico que imprime estos días el cese,
tras solo dos meses en el cargo, del encargado de vender la entidad para
recuperar el coste del rescate. Si asombra más bien poco que quien elije
anunciarse en un medio, lo haga esperando que nadie lo lea, menos aún –Bankia
queda cercano- que la redacción del texto ignore la más elemental vergüenza
ajena –“servicios de eficacia
contrastada… comprometidos en hacer cada vez mejor aquello que ya venían
haciendo bien: servir eficazmente a millones de clientes”-, que solo se
explica en que, como es obvio, esa es
la respuesta que han de dar a quienes entren en su oficinas a preguntar cómo un
banco tan eficaz y tan solvente en sus servicios puede generar un agujero
contable de 4.900 millones de euros. Tan clásicamente publicitaria ella, tan al
alcance de la comunicación de cualquiera que necesite vender como fuego las
cenizas, la mariposa está llena de gusanos.
sábado, 20 de septiembre de 2014
que parezca lo que es
Qué
más patético para advertir lo poco que la publicidad se exige a sí misma, que
ver en uno de los poquísimos anuncios que no aspiran a mimetizarse con el resto
ese anexo –documento publicitario- que el periódico imprime para advertir al
lector de que su logro –diferenciarse- es justo lo último que la publicidad
debe intentar.
viernes, 19 de septiembre de 2014
pajarear el pasado
Quizá
porque muchas veces a un famoso le importa más qué compra un anunciante que lo
que vende con su colaboración, los anunciantes que se ligan a él ejercen el
mismo derecho a la incoherencia. Es así como, meses después de que Dylan
prestara su evolucionada carrocería mental al de una marca de coches, estos
días la pone a disposición de un banco, uno de los pocos sectores que puede
adelantar por la izquierda a un coche en la promoción de lo que no necesitamos.
Si ambos anuncios –el de Chrysler y este de ING- están estupendamente trenzados
es porque el único que sufre en el proceso es Dylan. No la banca online, una de
las pocas que puede firmar la frase que cierra el anuncio –A todos aquellos que
se replantean las cosas. Y Dylan no ha de ignorar que es justo eso
–replantearse las cosas- lo que, en su paso del formato acústico al eléctrico, de
la canción protesta a una temática más libre, del folk al pop, lo que volvió en
su contra a muchos de quienes vieran en él el anuncio de un mundo distinto al
que, sin ir más lejos, libraba Estados Unidos en Vietnam o la segregación
racial en buena parte de sus estados en la misma década en que fueran grabadas
las imágenes que emplea el anuncio. Que alguien pueda, medio siglo después, seguir
representando lo que fue y no lo que es, es menos una derrota de su trayectoria
que un triunfo de lo que da de comer a la publicidad: la atención fugaz,
precaria, sin tiempo y acaso sin ganas de enjuiciar cómo alguien que fue
conocido por algo que ya no es dice de un banco –entidad imposiblemente acústica-
probablemente lo mismo.
lunes, 15 de septiembre de 2014
en el país de los mancos
La
forma en que la moda se toma en serio a sí misma llena las revistas del sector
de anuncios que son muchas veces solo mirada fanfarrona o languidez risible,
como si contar algo –una mera combinación de tejidos tintados y costuras
adecuadas- que necesita ser otra cosa –la encarnación textil y explícita de tu
personalidad- no fuera lo que todas las marcas de todos los sectores posibles vienen
haciendo desde siempre. Como si existiera un pacto con quien compra esas
revistas, mimetizar el vacío con el vacío del anuncio siguiente pudiera acabar
contando que cualquier esfuerzo por añadir una mínima cuota de simbolismo
afectaría a la propia esencia de la moda, poniendo a ese niño en el camino del
rey desnudo. Y no. Ni para contar algo nuevo necesitas salir del mundo que
habitas, ni ese algo exige ser un algo evidente o meramente ambicioso. Ligar la
calidad de una prenda térmica a la paz que aportan los lugares en que podrías
vestirla no deja de vender una prenda que, además de calor, aporta los
atributos que la moda necesita para sentirse tal. Es un pequeño paso para la
marca que lo paga, y dudosamente un gran salto para el sector que viene a
interrumpir.
domingo, 14 de septiembre de 2014
después de que todo suceda
Improbablemente
quienes salen en el anuncio habrán visto a Jordan en su plenitud, es decir, al
Jordan de los movimientos recreados, pues todos tuvieron lugar o antes de que
nacieran o a una edad muy temprana para poder recordarlos. Y sin embargo el
anuncio apela a una memoria social que, siendo inmediatamente reconocible para un
adulto coetáneo de Jordan, puede reencarnarse en admiración infantil gracias a
otros factores, especialmente youtube, o más sutilmente, haber asistido a la
carrera de Kobe Bryant, construida a partir del mismo molde de movimientos
asimilados hasta hacerlos propios. Como cualquier atributo mínimamente
complejo, la paradoja es un recurso no muy frecuente en publicidad, y que
quienes mejor son capaces de entender el anuncio sean, simultáneamente, los únicos
que ya no pueden calzarse unas zapatillas de baloncesto es un enésimo favor de
Nike a las posibilidades, generosamente calculadas, de la idea adecuada.
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