lunes, 15 de septiembre de 2014

en el país de los mancos



La forma en que la moda se toma en serio a sí misma llena las revistas del sector de anuncios que son muchas veces solo mirada fanfarrona o languidez risible, como si contar algo –una mera combinación de tejidos tintados y costuras adecuadas- que necesita ser otra cosa –la encarnación textil y explícita de tu personalidad- no fuera lo que todas las marcas de todos los sectores posibles vienen haciendo desde siempre. Como si existiera un pacto con quien compra esas revistas, mimetizar el vacío con el vacío del anuncio siguiente pudiera acabar contando que cualquier esfuerzo por añadir una mínima cuota de simbolismo afectaría a la propia esencia de la moda, poniendo a ese niño en el camino del rey desnudo. Y no. Ni para contar algo nuevo necesitas salir del mundo que habitas, ni ese algo exige ser un algo evidente o meramente ambicioso. Ligar la calidad de una prenda térmica a la paz que aportan los lugares en que podrías vestirla no deja de vender una prenda que, además de calor, aporta los atributos que la moda necesita para sentirse tal. Es un pequeño paso para la marca que lo paga, y dudosamente un gran salto para el sector que viene a interrumpir.

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