Apenas
un mes desde que el banco Espírito Santo fuera rescatado por 4.500 millones de
euros de los fondos europeos, de que sus accionistas lo perdieran todo, de que
fuera escindido en dos bancos –el malo y el nacionalizado temporalmente-, su
reencarnación se anuncia en el mismo periódico que imprime estos días el cese,
tras solo dos meses en el cargo, del encargado de vender la entidad para
recuperar el coste del rescate. Si asombra más bien poco que quien elije
anunciarse en un medio, lo haga esperando que nadie lo lea, menos aún –Bankia
queda cercano- que la redacción del texto ignore la más elemental vergüenza
ajena –“servicios de eficacia
contrastada… comprometidos en hacer cada vez mejor aquello que ya venían
haciendo bien: servir eficazmente a millones de clientes”-, que solo se
explica en que, como es obvio, esa es
la respuesta que han de dar a quienes entren en su oficinas a preguntar cómo un
banco tan eficaz y tan solvente en sus servicios puede generar un agujero
contable de 4.900 millones de euros. Tan clásicamente publicitaria ella, tan al
alcance de la comunicación de cualquiera que necesite vender como fuego las
cenizas, la mariposa está llena de gusanos.
sábado, 20 de septiembre de 2014
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