jueves, 16 de abril de 2015

chispa de la vida críptica


Como los propios hábitos financieros de una multinacional, consistentes generalmente en proyectar hacia delante sus servicios y hacia atrás sus obligaciones fiscales, este anuncio impreso hoy en las páginas centrales de El País es una cosa según se lea el periódico de atrás hacia delante, y otra si al revés. Y ambas lecturas son enigmáticas. Si el titular ya es sospechoso en tanto que ambiguo, la segunda frase es probablemente defensiva sin que uno sepa por qué. Pocos anuncios más delicados, por opacos, que el que una compañía encarga para aplacar, o contrarrestar, un rumor o una noticia. Y en el que, sin mentar el problema, se aspira a darlo por solucionado o entendido. Es una más de las prácticas cobardes o mediocres de un sector que vive enterrado en ellas. Es así como, leído de atrás hacia delante, uno acaba llegando a la página 22, en la que leer sobre la anulación, por parte del Tribunal Supremo, del expediente de regulación de empleo que la compañía anunció hace 17 meses y que supuso el cierre de cuatro plantas en España. La readmisión obligatoria de los 821 trabajadores despedidos, y el abono de los sueldos correspondientes no cobrados desde entonces, suena a ese “primer día para un nuevo futuro juntos”. Y si esa primera frase ha de ir destinada a ellos, la segunda solo puede aspirar a ser leída por aquellos que no lleguen nunca a la página 22 o que no piensen dejar de comprar su producto, diga lo que diga el Tribunal Supremo. Podría, pues, haber dos anuncios en éste, ambos igualmente crípticos. Uno imagina al responsable de la comunicación de la marca desdeñando lo que se diría más lógico –un comunicado de prensa- para, en su lugar, aprobar un mensaje que no dice nada de lo que quiere decir, a ninguno de los dos públicos a los que va dirigido. Y la verdad abriéndose paso, apenas, en su cabeza. Como una burbuja que se extingue nada más creada. 

martes, 14 de abril de 2015

exageradamente habitual



En un momento de la negociación de este anuncio, la agencia y el cliente se dan cuenta al unísono de que están pagando un famoso que no necesitan. Probablemente ambos callan el descubrimiento, la agencia porque sabe que si al cliente no le importa el despropósito, quién es ella para poner pegas. El cliente, porque reconocer un despropósito es señalar a quien lo perpetra, y ya hay bastantes espejos en el mundo. Sin haber visto el anuncio en su primer boceto, sabemos que la frase que aparece en gris, debajo de las dos líneas blancas, ocupaba el espacio que ahora invade el nuevo titular, junto a la cerveza. Y que, por lógica, debía ser éste el que fue presentado en el lugar inverso. Porque justo eso es lo que justifica la cara del modelo. Al imponer la frase obvia y desdeñar la que dota de sentido al anuncio, el cliente está escogiendo el significado que la publicidad da habitualmente a un prescriptor: la mera presencia, sin conexión mínimamente elaborada con el producto. Por mediocre que sea esa decisión, oculta una que también callan ambos, agencia y cliente: que incluso cuando el primer boceto es presentado, a alguien en esa sala le sobra la cara y los significados que aporta. Que el titular y la cerveza es, sin exageración, todo lo que cualquier lector del periódico en cuyo dominical se imprime está ansioso por ver, recortar, guardar para cuando baje a un bar.