domingo, 20 de julio de 2014

Si yo fuera otro deporte



En un deporte que, hace cincuenta años, obligó a retirar una campaña en la que Di Stéfano anunciaba medias de mujer por no estar el símbolo a la altura de la masculinidad requerida, la fecha en que una campaña anuncia la nueva camiseta –fucsia- del equipo viene a coincidir, casi exactamente, con la muerte de aquel. Sin su repercusión, el color elegido viene, además, a redimir el de la camiseta –fucsia- del equipo de baloncesto en que uno jugó durante una década, con una discreción –dicho sea de paso- escasamente a la altura de la visión de conjunto que ofrecíamos. Para ser justos en el símil, el Real Madrid no debería ganar un solo título hasta que se la quiten, dentro de otros diez años. 


viernes, 11 de julio de 2014

libre mercado de sangre alien



Publicado a finales de 2008, cuando la corrosión social que traería la crisis financiera apenas empezaba su recorrido, hacerlo en The economist añadía un matiz de cruda honestidad, más asombroso hoy de lo que era entonces, dos meses después de que Sarkozy, presidente francés en esos días, anunciara la intención de refundar el capitalismo. Convertidos hoy ambos –Sarkozy y la refundación- en el mismo fósil político, el anuncio es, observado lo votado por Francia en las elecciones europeas recientes, las prácticas bancarias libres de regulación eficaz, y la pervivencia de los incentivos en que nadan los directivos en todo el mundo, un fósil más. Hubiera bastado introducir en él a Richard Sennett para hacerlo publicable, de nuevo, hoy mismo.

jueves, 10 de julio de 2014

gracia

A casi un siglo de que la gripe o influenza matara a cien millones de personas, el bacilo de la influencia campa con una inmunidad casi idéntica. Si los millonarios que aspiran a la invisibilidad fiscal patrocinan sin pudor a cada uno de los candidatos del partido republicano en Estados Unidos, en Europa los lobbistas a sueldo de farmacéuticas, empresas armamentísticas, eléctricas, tabaqueras y demás benefactoras de la humanidad hacen por la neutralidad de las decisiones políticas lo que los Cien mil hijos de San Luis por la democracia y el laicismo españoles en 1823. El día que sigue a la coronación del nuevo rey, cinco de las mayores empresas del Ibex 35 publican en El País respectivos anuncios felicitándose de la monarquía, en lo que ha de ser gratitud por los servicios prestados por el anterior rey a las empresas españolas en su internacionalización, aunque ninguno de esos anuncios, extrañamente, llame a las cosas por su nombre, como si tal fuera innombrable, o como si fuera algo que, contado mil veces desde la casa real, estuviera fuera de lugar cuando el consejero delegado de la empresa monárquica da paso a otro. Se desperdicia así una de las dos versiones posibles que explican la natural proximidad de un rey a quienes, desde el pináculo de sus respectivas multinacionales, disfrutan de beneficios ganados con idéntica legitimidad. “No sé si es bueno o malo” –confesaba hace un lustro el presidente de uno de los dos mayores bancos de España, al citar su sueldo, evidentemente obsceno, sumadas las partidas que lo componen. Tener a un rey en nómina es un privilegio si el trabajo de éste, como parece ser el caso, redunda en beneficio del empleo en cada una de las empresas españolas para las que negocia su influencia. Y la única forma de evitar pensar en cuán obviamente sus privilegios le acercan más a quien reina en una multinacional es cuantificar lo que hace por la empresa en cuestión. Felicitar a un rey por serlo es, enésimamente, además de publicitariamente patético, tratar a los accionistas minoritarios como lo que no son. 

prosa para el resto




Ningún espectador más pasmado ante la publicidad que quien, desde el consejo de dirección de una empresa, ha de asistir a la propia. Aunque esa sensación está al alcance de cualquiera que empiece a leer el periódico por el final. Así, uno puede empezar por la última página del suplemento dominical, y su recurrente campaña actual de Apple llamando a sumarnos a la creatividad humana que alienta la tecnología, simbolizada en ese titular –“¿cuál será tu verso?”-, y llegar a las páginas interiores del periódico, donde poder leer que esa misma firma viene de acordar pactar al margen de los tribunales para evitar el juicio por pactar precios de los libros electrónicos. Reclamados 620 millones de euros por los demandantes –asociaciones de consumidores estadounidenses-, la denuncia acusa a la marca de cobrar 280 millones de más a los usuarios de su librería electrónica, cifra finalmente triplicada tras denunciar el juez la elevación artificial del precio de los libros electrónicos, tras conspirar con los grandes grupos editoriales, violando las normas de la competencia. “Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la especie humana” –dice el anuncio, mientras tanto- “La poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son las cosas que nos mantienen vivos. Citando a Whitmann –“oh, mi yo; oh, vida de sus preguntas que vuelven; del desfile interminable de los desleales; de las ciudades llena de necios; qué bueno hay en estas cosas, oh, mi yo, mi vida”. Y no miente, por supuesto. Nada tan obvio como lo que mantiene vivas a las empresas.