A casi un siglo de que la gripe o influenza
matara a cien millones de personas, el bacilo de la influencia campa con una
inmunidad casi idéntica. Si los millonarios que aspiran a la invisibilidad
fiscal patrocinan sin pudor a cada uno de los candidatos del partido republicano
en Estados Unidos, en Europa los lobbistas a sueldo de farmacéuticas, empresas
armamentísticas, eléctricas, tabaqueras y demás benefactoras de la humanidad hacen
por la neutralidad de las decisiones políticas lo que los Cien mil hijos de San
Luis por la democracia y el laicismo españoles en 1823. El día que sigue a la
coronación del nuevo rey, cinco de las mayores empresas del Ibex 35 publican en
El País respectivos anuncios felicitándose de la monarquía, en lo que ha de ser
gratitud por los servicios prestados por el anterior rey a las empresas
españolas en su internacionalización, aunque ninguno de esos anuncios,
extrañamente, llame a las cosas por su nombre, como si tal fuera innombrable, o
como si fuera algo que, contado mil veces desde la casa real, estuviera fuera
de lugar cuando el consejero delegado de la empresa monárquica da paso a otro. Se
desperdicia así una de las dos versiones posibles que explican la natural
proximidad de un rey a quienes, desde el pináculo de sus respectivas
multinacionales, disfrutan de beneficios ganados con idéntica legitimidad. “No sé si es bueno o malo” –confesaba
hace un lustro el presidente de uno de los dos mayores bancos de España, al citar su
sueldo, evidentemente obsceno, sumadas las partidas que lo componen. Tener a un
rey en nómina es un privilegio si el trabajo de éste, como parece ser el caso, redunda
en beneficio del empleo en cada una de las empresas españolas para las que
negocia su influencia. Y la única forma de evitar pensar en cuán obviamente sus
privilegios le acercan más a quien reina en una multinacional es cuantificar lo
que hace por la empresa en cuestión. Felicitar a un rey por serlo es,
enésimamente, además de publicitariamente patético, tratar a los accionistas
minoritarios como lo que no son.
jueves, 10 de julio de 2014
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