Parafraseando
el guión, rick perry es gobernador de Texas desde el año 2000, pero nadie
necesita estar al mando de uno de los mayores estados del país para ver expuesta
nítidamente la catadura real, normalizada o paleolítica, de sus gestos, por
nimios que sean. La religión es uno de esos gestos ínfimos, algo que debería
permanecer en el ámbito privado de la relación entre uno y las voces que cree
oír, o las que no le importa dirigir a la nada sin pudor. Y una de las razones
por las que el felizmente excandidato ya a la nominación republicana expone la
conveniencia de esas conversaciones con la nada sin un gramo de pudor, en un anuncio,
espacio que debería hablar de cosas públicas, entendidas como tales las que
cualquier pueda ver –un colegio, un recibo de la luz, un libro- acaso esté en
que la única forma de entender su cuarto mandato ya como gobernador es pensar que
quienes le votan no le escuchan, o que la nada que éste transmite se encuentra
a medio camino con la nada que otros exhalan y así, como en religión, la convicción
política se basa en el vacío. Como parte del anuncio está financiado por
aquellos que pagan por apoyar su candidatura, lo que tenemos es el pago justo de
aquello a que puede aspirar la peor forma de hacer política: la conversión de
lo público en lo que yo veo sin necesidad de que otros lo hagan. Tiene razón perry:
votada la política con las armas con que se vota en misa, la religión, como
limitar los derechos de los homosexuales, es puro epicentro político.
domingo, 22 de enero de 2012
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que miedo dan todos estos.
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