sábado, 23 de marzo de 2013

bajo cuerda


Como si unas patrocinaran al otro, o viceversa, las noticias que enmarcan el anuncio sirven para explicar su engranaje real: hundida –y rescatada con dinero público- gracias a una deuda catastróficamente más alta que la mentida cuando salió a bolsa, y habiendo arruinado a miles de ahorradores –llamar inversores a la base social de bankia es una estafa más-, los principios a los que llama a regresar su anuncio no pueden volver: no los hubo cuando, como caja de ahorros, se le imponía tenerlos. Hoy es un banco. Su deber es ganar dinero. Es decir, invertir en aquello que más beneficios proporcione, aunque eso suponga esquilmar a quien no sabe de qué le hablan en una sucursal, financiar hábitos corruptos en política y empresa, o actuar con irresponsabilidad perfectamente avalada en su consejo de administración. El ritmo a que llama a recuperar consistió durante una década en financiar una economía de ladrillo mal puesto, aberrantemente sobrepagado y que, por cada pared, levantó otra tras la que ocultar el dinero oculto a disposición de esa otra banca pagada con dinero público –la política. La única verdad no sonrojante del anuncio es que durante lustros todo eso funcionó como un reloj. Buena parte del ajuste actual que empobrece a un país es solo lo que lleva volver a ponerlo en hora. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario