sábado, 28 de mayo de 2011

jordan vs jordan vs jordan



Como ladrillo inserto al mismo tiempo en la realidad y en la ensoñación, la publicidad contiene la prisa y la posibilidad, lo que es y lo que podría. Esas también son propiedades del recuerdo, pero mientras éste, sin tener que pagar tan caro el segundo, tiene todo el tiempo del mundo para recrear ambos lados del camino –el que va de ayer a hoy y viceversa- un anuncio tiene demasiada prisa para poder dedicar un tiempo valioso a ese trayecto. Según el tipo de producto, la evocación es un camino frecuente, la proyección hacia el futuro también. Lo raro es hallar a ambos en el mismo anuncio.
La transformación del prescriptor –Jordan- en el producto –el refresco que paga el anuncio- es un hábito en deporte, y un arte que más réditos paga cuanto más se engrandece la figura del patrocinado, cuanto menos persona deja de ser y más icono le sustituye. Un refresco, una zapatilla actual es mejor que uno de hace veinte años, pero, por mero desgaste físico, raramente lo será el jugador que vistiera ambas. Además de un obvio prodigio técnico –recrear un jugador enfrentado a sí mismo, dos décadas atrás- lo magnífico, el hallazgo enésimo, es la posibilidad de aprovechar una singularidad biológica: que la versión de Jordan de 40 años sea, al menos en uno contra uno, capaz de tratar de tú a tú a su apabullante versión primera.
Raramente y solo para señalar al perdedor, la publicidad deja por un instante de hablar de vencedores. Aquí no solo están ambos, sino que son el mismo.

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