Para un producto que comparte con lo
político el volverse amargo si le das más tiempo del necesario, y ya de taza
adentro, que se vuelve arduamente bebible sin edulcorarlo, apostar por
emplearlo para endulzar la situación de abierta hostilidad que recorre el mundo
en forma de dúos, tríos, cuartetos y lo que surja, es tan osado como magnífico
en la idea. Inmerso en la corriente de anuncios a los que nulamente les
interesa su consumidor, aún menos el siguiente círculo del mapa social, esta
hermosura gira y gira sobre sí misma, y en cada vuelta mejora el río que la
lleva.
jueves, 30 de noviembre de 2017
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