martes, 24 de abril de 2018

Cuando todo es lo que parece


Entre la ternura y el patetismo que hay en pedir a alguien que deje de hacer algo para pedirle luego que vuelva a hacerlo, la campaña reciente de Facebook recordando a quien lo mira cómo aprender a leer se encarna ahora en este de Maeva en el que, tras años interminables ofertando lectura mediocre, se pide que la atención demacrada por años de malos alimentos recupere las energías que antaño pudo tener. Al contrario que en sus libros, donde cada página es lo que parece, la escoba de la señora que aparece en el anuncio es una escopeta, algo que ni sus lectores ni los que leen buena literatura advertirán porque, como en los libros que editan, el anuncio está construido para que le sobren elementos, y para que éstos impidan advertir lo valioso. No es que la escoba lo sea, claro. Pero ese final añadido a última hora -esa línea “Fíjate bien, nada es lo que parece”- que pretende arreglar el estropicio general es puro ejercicio editorial: es improbable que en esa empresa no sepan el tipo de libros que editan, pero quién podría decir que se equivocan cuando el lector medio aporta, él solito, el final que lo arregla todo, desde la puerilidad de su literatura y sus portadas al marketing que lo encuadra: Maeva vende libros a quien no sabe para qué sirve un libro. Qué mayor prodigio.

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