sábado, 25 de enero de 2014

de predadores


Como probablemente toda forma de justicia, lejos de las sucursales bancarias de todo el mundo donde se fragua la próxima burbuja, en las que millones de clientes son robados, chantajeados, mentidos a la luz del día y de la tinta impresa en otros tantos millones de folletos que ayudan a camuflar la estafa, la publicidad de un periódico de economía redime, por un instante, todo el simbolismo bancario al servicio del crimen financiero. Ni para mondadientes sirve en el mundo real. Y acaso sirva al enemigo, en ese escondite que es pensar que quien no come, es comido. Pero un símbolo sirve a otro: cómo la víctima última, la más vulnerable, tiene el tamaño exacto, invisible e ignorado, de la letra pequeña de los contratos bancarios. 

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