lunes, 14 de diciembre de 2015

gramática en coma



Trascendiendo que son palabras y no cifras las que logran el acuerdo que viene de firmarse en Paris para limitar el apocalípsis climático, que son las palabras exactas, precisas, las que ponen de acuerdo a cuantos países acuden a suscribir el acuerdo, el afán de presunción, a evitar siempre, refulge con la luz del exhibicionismo que una marca que jamás se anuncia en El País paga por una página en que presumir de lo que a un país le es infinitamente más arduo de lograr. Y es quizá el orgullo henchido el que, abarcando entero el campo de visión, impide ver que las emisiones de titulares impresos necesitan de saber leer además de saber contar. Sin la coma después de la primera palabra, el titular dice otra cosa, algo que, en lo evidente de la ausencia, se ha de parecer más a “cero lecturas desde 2009”, record que en este mundo no va a lugar alguno, de tantos participantes como hay. Ese otro combustible fósil: la ignorancia, en forma de analfabetismo dejado atrás por el énfasis en decir bien alto lo que se tenga que decir.

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