Creada para mejorar la imagen de una empresa, la
responsabilidad social corporativa sirve demasiadas veces para que en las fotografías
aparezca bizca, un ojo apuntando hacia lo que sus departamentos de relaciones
públicas transmiten, otro hacia lo que el alma misma de la compañía es a
oscuras. El mismo día que El País imprime la vida hermosa de Dorian Grey y su
compromiso con el futuro del planeta, la sección de economía informa de lo que
ocultan sus armarios: multada con 25 millones de euros por la CNMC por
manipulación del precio de la energía eléctrica, la sentencia considera probado
que “manipuló el mercado en un contexto
de altos precios y un escenario de elevada demanda. Redujo el volumen despachado
desde los 51 gigavatios/hora hasta cantidades inferiores a los 20 GWh. Lo que
supuso, en solo 24 días, 21 millones de beneficios.” En esta hora de
sufrimiento, les acompaña La Caixa y Santander, multados con 9,4 millones de
euros días antes por, respectivamente, aspectos relativos a la comercialización
de preferentes y por recibir comisiones que no se ajustan a lo establecido. A
minutos de convertirse en el mayor concurso de acreedores de la historia
empresarial de España, el presidente de Abengoa, despedido hace un par de
meses, fue indemnizado con 11,48 millones de euros. El presidente de Indra,
despedido a principios de año, cobró por ello 12,1 millones pese a que la
compañía está inmersa en un ERE para 1.700 trabajadores y a acumular pérdidas
de 560 millones hasta septiembre. El ex consejero delegado de FCC cobró 7,5
millones entre pérdidas de 1.500 millones en 2013 y de 721 millones en 2014. Qué
temperatura más estable en los despachos en los que se dirigen las compañías. ¿Cambio
climático? ¿qué es eso? –han de pensar- Y sobre todo, ¿cómo puedo entender algo
si mi sueldo no cambia en el desastre o en el apogeo?.
miércoles, 2 de diciembre de 2015
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