sábado, 23 de enero de 2016

puesta de sol de una creencia



En un sector en el que tan fácil es considerar que los símbolos son de quien los muestra, como si hacerlo otorgara la exclusividad durante un siglo, pasma la decisión de un banco de fundar una no frugal campaña de lanzamiento en el símbolo que, pintado de naranja, durante años empleara otro como base de su comunicación. Acostumbrados a que el temor sustituya al mínimo análisis, es un triunfo de esa forma escasa de cordura que parte de que quien ve un anuncio bastante tiene con hacerlo. O lo que es lo mismo, que quien asiste a la publicidad no tiene la más remota intención de memorizar, clasificar y juzgar los anuncios que le salen al paso cada día. ¿Qué un banco decide usar el mismo símbolo que uno que ya lo hizo? ¿y? Nadie que decida pararse a leer este anuncio hace nada que no sea exclusivamente eso: mirar el anuncio. ¿Cuántos de quienes miran cada día un periódico online saben dónde está la sección de hemeroteca?

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