La
experiencia del usuario, en tanto que meramente utilitarista donde el marketing
imagina reveladora, corroe las posibilidades de sorprender mientras se refugia
en banalidades o bobadas mil veces vistas y sabidas. Ocurre en publicidad de
coches, de banca, de detergentes y, hasta que uno ve este anuncio, de tomate kétchup
al servicio de la peor comida posible. Solo que dudosamente esa es la
percepción de quien dispone y aprueba la comunicación de la marca que les da de
comer y vende millones de litros en todo el mundo. Y sin embargo, que decenas
de perros a la carrera sirvan para contar cuán la comida basura y el tomate
basura están hechos el uno para el otro –y un perro no desmerece la calidad
cárnica del producto homónimo- es un triunfo de la honradez estratégica frente
a la irreal aspiración a ser algo distinto de lo que eres. La lección es que no
necesitas ser gran cosa ahí fuera para contarlo con gracia. Y que justo eso –asumir
lo que eres- podría ser tan valioso como tratar de no contar enfática y
bobamente lo que no eres.
sábado, 5 de marzo de 2016
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