sábado, 5 de marzo de 2016

perra vida



La experiencia del usuario, en tanto que meramente utilitarista donde el marketing imagina reveladora, corroe las posibilidades de sorprender mientras se refugia en banalidades o bobadas mil veces vistas y sabidas. Ocurre en publicidad de coches, de banca, de detergentes y, hasta que uno ve este anuncio, de tomate kétchup al servicio de la peor comida posible. Solo que dudosamente esa es la percepción de quien dispone y aprueba la comunicación de la marca que les da de comer y vende millones de litros en todo el mundo. Y sin embargo, que decenas de perros a la carrera sirvan para contar cuán la comida basura y el tomate basura están hechos el uno para el otro –y un perro no desmerece la calidad cárnica del producto homónimo- es un triunfo de la honradez estratégica frente a la irreal aspiración a ser algo distinto de lo que eres. La lección es que no necesitas ser gran cosa ahí fuera para contarlo con gracia. Y que justo eso –asumir lo que eres- podría ser tan valioso como tratar de no contar enfática y bobamente lo que no eres.

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