El
miedo a los símbolos es un símbolo más. Antes de su deriva hacia el crimen,
socializar la propiedad de la tierra, del trabajo y de sus réditos fue una
respuesta al abuso milenario que ordena en estratos billetes y personas. Zares,
reyes y emperadores de la antigüedad verían con agrado su encarnación actual en
quienes participan de consejos de administración como quien de una maniobra de
extorsión social a salvo de jueces. La lucha cuya estética asume la campaña es,
así, el reverso fugaz del que, en campañas pagadas a diario por las compañías
eléctricas, venden como el libro verde lo que es solo el libro viejo y negro,
hecho de páginas que se le hurtan al mundo solo porque con ellas el editor no
gana dinero. Y no menos explícitamente explicado en las páginas de economía, en
cómo los gestores del plan quinquenal son los que están sentados a la mesa.
lunes, 22 de mayo de 2017
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