miércoles, 21 de junio de 2017

Por qué no como entonces


No es raro que el terreno conquistado con imaginación se intente reconquistar años después con rutina. Décadas atrás, la primera encarnación de la marca que paga el anuncio llenó los periódicos de anuncios estupendos, hechos solo de texto. La marca que fue dejada morir, conquistada por la vegetación, retorna hoy a lomos del herbicida preferido por un anunciante mediocre: el que mata todo lo que no sea el tallo inerte, el que no da fruto pero tampoco molesta. En los veinte años transcurridos desde que Delvico Bates, con Segarra y Fernández de Castro detrás, hicieran del primer banco virtual una idea implantada entre nosotros, los tópicos de la rebeldía que ni siquiera siente pudor por fingirlo han enraizado hasta colonizar la misma idea de virtualidad: un banco online merece hoy una publicidad que aspira a no existir con la naturalidad con la que hacer lo que todos suena a garantía de éxito. Justo lo contrario de lo que llevó a fundar la marca. Pero por qué no olvidarlo.

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