miércoles, 23 de febrero de 2022

O nos hace más invisibles

Frecuentemente colapsada la diferencia entre información y opinión, ese matiz pervive en el último lugar en que uno lo buscaría, allí donde la publicidad impresa en diarios y revistas ha olvidado cómo hablar a quien compra un medio para leer. Y no sabiendo ser opinión ni información se conforma con ser invisible, como quien en un entorno extraño opta por pasar desapercibido. La huella más ortodoxa de esa incapacidad es seguir pensando el tópico -no lee nadie- justo allí donde quien quiere leer aún lo hace a diario. 

Nadie entre nosotros ha defendido más la opción lógica que Toni Segarra allí por donde ha pasado. Y quizá porque quienes aún apuestan por la sensatez impresa se cuentan con los dedos de una mano, y la costumbre de escribir no es automáticamente la de leer, los autores de este ejemplo recién publicado lo hacen sin atender mínimamente al errático uso de los signos de puntuación y la gramática deficiente. 

Lo que hace dos décadas no hubiera pasado de ser simplemente un anuncio escrito con intención es hoy, convertidos aquellos mínimos en el Everest de la expresión publicitaria, uno de los mejores anuncios publicados en El País en lo que va de año. Sabiendo que quienes lo han aprobado dudosamente pueden comparar la ambición textual con campaña alguna que pida lo mismo (leer) al lector de periódicos, todo esto brilla como un acto de fe que, paradójicamente, acaso no hace más fuerte el criterio, solo el eco.


 

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