Solo el uso de trajes idénticos evita ver en el ejercicio
de la política la obvia confección de modelos solo aparentemente distintos a partir
del mismo material. Al menos las tallas de un jersey son transparentes en
aquellos a los que sirven. Y uno solo reprocha a Benetton no aportar un mensaje
más próximo a la realidad que hermana moda y política. Pues ni Obama odia a Hu
Jintao ni éste a aquel. Por qué deberían hacerlo. Y si éste mantiene devaluada
su moneda para favorecer sus exportaciones y mantener a raya cada décima de
desempleo posible, ni cerrando los ojos podría Obama ignorar que China es el
mayor coleccionista de dólares que el mundo haya visto, y su mayor prestamista
vía compra de deuda pública. Sus diferencias son solo de patrón, de escaparate,
de talla económica.
Imprimes “United is better” y la distancia entre moda y
política adquiere un barniz más normalizado. Es decir, aspiraría a vender
jerseys tan nítidamente como a aprovecharse de la relevancia mundial del
prescriptor. Si en su forma actual el anuncio es más obsceno que gratuito es
porque un beso ficticio ilustra las mil muestras de afecto hipócrita que los
gobiernos se procuran delante de las cámaras para, una vez vuelto cada uno a su
cubículo, tratar de venderle sus propios calzoncillos al país al que viene de
quitárselo. Una marca no odia a otra, solo necesita su desaparición, ocupar su
espacio, lograr sus habitantes. A nivel local o global, la política es solo un
tipo de actividad comercial. Hay más mentira y más inoportuna en el verbo
escogido –hate- que en cualquier retoque fotográfico que ponga a un político a
simular lo que es –un vendedor más- o ya que estamos, una campaña publicitaria en
permanente compra-venta de espacios.
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