martes, 19 de noviembre de 2013

mañana, ya



De las campañas de pensiones que coinciden estos días en los periódicos, pocas de contraste más peculiar que esta de bankia, que apenas pide un segundo de atención y la de la banco sabadell que, unas páginas más allá, exige, en términos de la precariedad publicitaria usual, una eternidad. Y la merece, por supuesto. Notoriamente porque ese “¿Cuánto vamos a vivir?” vale por “¿cuánto vamos a leer?”que es lo que realmente oferta a cambio de hacerte entender que tal vez necesites un plan de pensiones. En veintitrés años de carrera no he encontrado a un solo cliente que, pagando anuncios en prensa y revistas, crea en la eficacia de una décima parte del texto que Toni Segarra acaba vendiendo a muchos de los que pasan por sus manos. Y sin embargo se mueve. “Este anuncio solo consiguió que una persona donara dinero contra el cáncer. ¿Quién es peor, el anuncio o usted?” –decía uno de sus titulares, hace años. Pasan los años y sus campañas improbables –ninguna lo es más que la que convence a un banco para exponer una letra pequeña tan extensa que no aspire a estafar- siguen diciendo a la mayoría de anunciantes que, por mucho que tantos de éstos apenas sepan o les interese leer, quien compra el periódico lo hace justo con esa idea. O lo que es aún menos asumible: que los anuncios son tanto de quien los observa como de quien los paga. Y que sin los primeros, no es de nadie. La campaña de bankia es ingeniosa e inmediata, un espléndido ejemplo de publicidad atractiva que empieza y acaba en ella misma porque el cliente que la firma ni tiene credibilidad ni la merece. La de Sabadell exige más tiempo, más esfuerzo. Quizá porque aspira a algo que bankia no podrá permitirse en décadas –hacerte pensar. “Cuánto vamos a vivir” habla, ojalá, de la suerte que merece el tipo de clientes que escogen vivir cerca de Segarra. 

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