viernes, 30 de enero de 2015

el tic de siempre



La renuncia a contar algo que te diferencie para elegir, en su lugar, algo que te acerca a cuantos más, mejor, es un tic social que tiene que ver con la sensación de pertenencia. Y que, desde su práctica en lo publicitario, tiene que ver con otro tic no menos humano: la incapacidad de entender lo que el marketing adecuadamente elegido puede hacer por diferenciarte. Lo que en el individuo es gregarismo, en la forma de una marca de relacionarse con el mundo es pereza y pensamiento débil. Alentados por lo tentador que es siempre confundir seducir con imitar, la publicidad de una agencia de viajes inunda desde hace meses insufribles las páginas de los periódicos con imágenes de parejas posando para una autofotografía. En esa costumbre tan humana que es guiarse por el profeta menos adecuado, la patética aproximación de una marca de caramelos a la realidad que imprime el periódico en la página previa desaprovecha, zafiamente, lo que más valor tiene siempre en estos casos: optar por ligar lo que dices a lo que sucede en tiempo real fuera de los tonos edulcorados de la publicidad. Sin valor para decir lo que quieren decir –que el aliento político apesta-, queda en un tic más de la publicidad: el gag burdo que escoge ser impreso en un periódico en vez de servir a lo que realmente aspiran: el chiste inserto en un monólogo de bar triste y vacío.

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