viernes, 4 de marzo de 2011

Henry Qué


Si el entrecomillado ha encontrado, en las solapas de los libros y su encarnación como anuncio, su hueco como pedestal, a la cita –ecos de Maupassant, Bradbury, James- poco le importa haber levantado estatuas que nadie reconoce. Quienes lean a Maupassant, Bradbury, James muy raramente se asomarán a libros como el de kate morton o a cosa alguna que publique la editorial en cuestión. Y viceversa: quienes crean que leer consiste en abrir un libro de la sra. morton, de j.r. ward o de césar Vidal ni por asomo han de saber quién fuera Maupassant, Bradbury o James. La pastilla que señala su quinta edición ya, cuenta eso que la editorial con gusto imprimiría –que para leer a los citados, ha de bastar leer a morton.

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