martes, 10 de junio de 2014

la increíble aspiración menguante


El increíble hombre menguante, de Jack Arnold, cumplía cuarenta años desde que estrenada cuando en 1997 Bartle Bogle Hegarty recreó sus imágenes icónicas para vender unos vaqueros que cualquier joven de 20 años se pondría para hacer cualquier cosa menos ponerse a ver la película de Arnold, antes o después de entrar en la tienda a adquirirlos. Más lejana la referencia cultural que se toma prestada, más osado el intento. Si la campaña es magnífica es porque ni siquiera necesita la película para tener sentido pleno, pero admira el gusto con que quien dudosamente ha de saber de la película más que sus clientes decide aprobar lo que, sin ser necesario, sí es valioso. Esa diferencia entre lo que está aquí para vender y lo que está aquí para ayudarte a mirar mejor, más hondamente, el anuncio es la que hay entre entender que lo que paga tu sueldo –lo sabido, lo cotidiano, lo previsible- es lo último que sirve para que alguien se pare a ver un anuncio. 

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