sábado, 3 de septiembre de 2016

back to the elegance



Es un tema ya tratado hace poco y con el mismo ejemplo de fondo: cómo la fidelidad a una referencia que ha de superar los casi treinta años que nos separan de ella apuesta por ponerse a su altura en vez de explicarla y luego usarla para vender chicles o pasajes de avión. La audacia tiene poco que ver con que un spot exija ser rápido: es un acto de fe en la validez de un símbolo que, transcurridos treinta años desde que la película a la que se alude fuera rodada, aún elije apostar sutilmente por una de las caras secundarias de la trama para cerrar la idea. Es un homenaje elegante y una forma de apropiación con fines comerciales que lo es aún más. Bastaría entender que una marca es un objeto simbólico más, y no dotada de menos valor que una película, para salvar el 99 por ciento de los anuncios de esos rasgos de telenovela barata que orgullosamente echan a volar cada día sus responsables.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario