Es un tema ya tratado hace poco y con el mismo ejemplo de fondo: cómo
la fidelidad a una referencia que ha de superar los casi treinta años que nos
separan de ella apuesta por ponerse a su altura en vez de explicarla y luego
usarla para vender chicles o pasajes de avión. La audacia tiene poco que ver
con que un spot exija ser rápido: es un acto de fe en la validez de un símbolo
que, transcurridos treinta años desde que la película a la que se alude fuera
rodada, aún elije apostar sutilmente por una de las caras secundarias de la
trama para cerrar la idea. Es un homenaje elegante y una forma de apropiación con
fines comerciales que lo es aún más. Bastaría entender que una marca es un
objeto simbólico más, y no dotada de menos valor que una película, para salvar el
99 por ciento de los anuncios de esos rasgos de telenovela barata que
orgullosamente echan a volar cada día sus responsables.
sábado, 3 de septiembre de 2016
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario