jueves, 22 de septiembre de 2016

bifidos activos, pudor desactivado




El pudor tiene un uso paradójico en publicidad: mientras su malinterpretación sirve masivamente para temer llamar la atención, y crea así publicidad invisible, a veces el ejemplo contrario es aún más dañino: vender un yogur que contiene vegetales a base de cargar contra la percepción que de los vegetales se tiene a cierta edad es una idea que cualquier padre puede entender, y ayudar a financiar. ¿Por qué parece entonces obsceno? Quizá porque lo que querrían esos mismos padres es que sus hijos no dependieran de la trampa de la golosina que contiene, remotamente dispuestos, una mínima parte de los nutrientes que aporta los vegetales en su estado primero. Quizá porque, en ese mismo fracaso, se reconocen como cómplices. Quizá porque al igual que un fabricante de metadona sabe qué no puede glorificar en su comunicación, quien vende placebos de la alimentación adecuada tiene vehículos más lúdicos a los que subir su cuenta de resultados. Quizá porque hay anuncios para niños que no deberían ver los niños.

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