La creación de
necesidades, voluntad explícita de la publicidad, se muestra, paradójicamente
tímida, a la hora de adjudicar parte humana a los productos de los que se sirve
para cambiarnos. Por eso encarnar en un servicio una cualidad humana es un
logro aquí doble: primero, al elegir la capacidad de sorprender se omite la más
previsible, en tanto que ligada al producto: lo que quiera que sea Twyp Cash. Segundo,
renunciar a contarlo para ampararse en una novedad más genérica, al límite de
lo irrelevante, permite una apuesta más valiosa, que se aprecia mejor en el
spot, en el que un hombre, preguntado porqué ama a su mujer, responde leyendo a
un poeta que dice no perdonar a la mujer que no le haga volar. Si de algún
sector se espera poco o nada es de la banca. Que la mención a sorprenderte pase,
sin mucha más ayuda, todos los filtros de prevención bien ganada en el sector
bancario es un triunfo de la confianza en uno mismo, y también de la libertad
con la que sra. Rushmore anima a volar a las marcas con que trabaja.
sábado, 4 de marzo de 2017
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