sábado, 4 de marzo de 2017

I can fly


La creación de necesidades, voluntad explícita de la publicidad, se muestra, paradójicamente tímida, a la hora de adjudicar parte humana a los productos de los que se sirve para cambiarnos. Por eso encarnar en un servicio una cualidad humana es un logro aquí doble: primero, al elegir la capacidad de sorprender se omite la más previsible, en tanto que ligada al producto: lo que quiera que sea Twyp Cash. Segundo, renunciar a contarlo para ampararse en una novedad más genérica, al límite de lo irrelevante, permite una apuesta más valiosa, que se aprecia mejor en el spot, en el que un hombre, preguntado porqué ama a su mujer, responde leyendo a un poeta que dice no perdonar a la mujer que no le haga volar. Si de algún sector se espera poco o nada es de la banca. Que la mención a sorprenderte pase, sin mucha más ayuda, todos los filtros de prevención bien ganada en el sector bancario es un triunfo de la confianza en uno mismo, y también de la libertad con la que sra. Rushmore anima a volar a las marcas con que trabaja.  

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