Cinco meses después de que la campaña navideña de loterías
sugiriera el dolor del que no juega como acicate para el que sí, el duelo
vuelve a jugar un papel en la posibilidad de enriquecimiento. Solo que no está
claro si quien se lamenta así aspira a representar a quien gana ese premio o a
quien lo pierde. Cierto que el impacto no mengua en ninguno de los casos, más
extraño es que el anuncio no sea claro en definir a quién elige para defender
la idea. Uno pensaría que es un acto de sutileza inusual en el sector, pero
apostaría mi casa a que tal alarde no cabe en la estrategia de un anunciante dudosamente
clarividente como sea éste. En mi apuesta, el gesto es de dolor. Y eso hace el
anuncio más interesante, pues ¿quién querría jugar a algo en lo que tus posibilidades
de ganar son prácticamente inexistentes y que además te deja semejante cara?. Si
el gesto es de alegría, entonces va más allá de fijar lo que en el anuncio
navideño era un instante –aquel llanto, mezcla de alegría y pena previa- y se
aventura en terreno publicitariamente más osado: el de contar la felicidad
plena a través del llanto. Si es raro no es porque éste sea el único anunciante
que pueda escoger ese camino sin dejar por un instante de ser creíble. Sino porque
entonces cómo entender el reguero de anuncios estúpidos sin pudor que jalonan
la trayectoria de Loterías y apuestas del estado.
viernes, 29 de mayo de 2015
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