martes, 19 de octubre de 2021

Que coman lo que quieran

 

El límite que separa el sensacionalismo que busca hurgar en las tripas del dolor del que aprovecha ese dolor para hacer reír es estrecho, y a veces es tan dúctil al moverse entre ambos estercoleros que tiene, de hecho, forma de cremallera. Un programa ruso que en 2021 cumplía 20 años en antena recibió en enero de 2017 a una joven de 17 años que había sido violada. Describía Javier Cuesta en El País cómo su agresor había sido condenado un mes antes a ocho años de cárcel, reducidos después, acaso gracias a las declaraciones de la víctima, a arresto domiciliario.

El programa, no escondido precisamente tras el nombre Que digan lo que quieran, acogió a la menor de edad, que fue abucheada nada más responder a las primeras preguntas. La primera –“¿Qué bebisteis ese día? ¡cuéntalo!”- re seguida de las más perspicaces “¿cuánto? ¿una botella? ¿media botella? ¿no lo recuerdas? ¡con sinceridad!”. Todas ellas formuladas delante de la madre de aquella. Cinco programas dedicó el programa a la desdichada, honrando el motto del espacio –“hablamos de lo que nos preocupa a todos sin excepción”. 

Poco después de emitidos, Burguer King lanzó una campaña con la silueta de los dedos de la menor, famosos desde que hiciera ese gesto para indicar que solo había tomado “unos culines”. Es la misma marca que un año más tarde lanzaba una campaña en redes sociales rusas en la que se ofrecía hamburguesas y dinero a aquellas mujeres que, al quedar embarazadas de jugadores del equipo nacional (ruso) de fútbol que disputaba el mundial en esas fechas, “aseguraran el éxito de la selección nacional en las generaciones venideras”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario