viernes, 29 de octubre de 2021

Tenéis que hacer una elección. Como cada cuatro años.


No es fácil esperar que uno de tus brazos se comporte de forma distinta a como lo hace el resto del cuerpo. Como todo organismo global, Naciones Unidas se nutre, en representantes y presupuesto, de los mismos países a los que luego ha de recomendar cambios importantes y difíciles en algunas de sus decisiones. Ninguna lo es más estos días que la adecuación de la economía energética a formatos menos contaminantes. Tanto más porque muchos de los países a los que se pide reduzcan de forma brutal sus emisiones se consideran con derecho -probablemente justo- a lograr el mismo grado de desarrollo y prosperidad que quienes más emiten, antes de poder pedir a sus ciudadanos el sacrificio que ya se les pide desde hace demasiado tiempo. Y por motivos que, como la colonización y degradación de recursos ajenos, es común en el mundo desde hace siglos. 

Nadie que lea un periódico a diario tiene, por supuesto, la más mínima esperanza de que algo así vaya a suceder. “Buena idea, especie equivocada” -la cita del biólogo Edward O. Wilson en la que se refería al socialismo es un epitafio aplicable a la política y en general a casi todos los empeños humanos como especie. Pero no es uno que pueda permitirse decir en alto un organismo de gobernanza mundial. Sobre todo porque lo que exige -actuar en base a las evidencias científicas- ni tiene consenso global (Estados Unidos abandonó hace nada el Tratado de París que comprometía a la reducción de emisiones), ni es, al fin y al cabo, algo  -regirse por evidencias- que los gobiernos respectivos de cada nación no lleven ignorando desde siempre en materia de derechos humanos, desigualdad, lucha contra la corrupción o justicia plena. 

Quizá por eso el anuncio añade a la gravedad y urgencia del asunto dosis de humor y un aplauso final a la intervención del dinosaurio. Lo primero sirve para sugerir que esperar una gestión sensata de la biosfera y de nuestro lugar en él no deja de ser una broma, uno de esos chistes sombríos que nos contamos en medio de una tragedia. Lo segundo -el aplauso unánime- es el colofón a todas las grandes nociones que enunciamos para luego abandonarlas. “Nosotros tuvimos un meteorito. ¿Cuál es vuestra excusa?” -pregunta el dinosaurio. Las elecciones de dentro de una semana, un mes, un año.

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