jueves, 30 de junio de 2011

reza para que no cambie nada más



Una visión recomendable de un anuncio que reúne en 30 segundos años de inversión millonaria es imaginar hacia atrás el proceso que habrá ido añadiendo valor al producto final: cómo las decisiones, al obedecer a una demanda calculada, van cargando de peso la decisión última y más dolorosa –reducir los años aventurados de esfuerzo y gasto a un gag que deje el coche en cuatro o cinco segundos de presencia publicitaria. Hay terror en ese sacrificio, y ello explica que el 99% de la publicidad sea dinero tirado por tantos que piensan que, al interés puesto en desarrollar un producto, el consumidor ha de responder con idéntica atención, cuando no expectación para ver la bobada minuciosamente preparada por el departamento de marketing correspondiente. Como la mayoría de ideas que contiene ese restante 1%, el anuncio de Wolkswagen es menos brillante por lo que enseña –que también- que por lo que deja fuera. Reducir a un mero plano de apertura a distancia las cientos, quizá miles, de páginas sobre estrategia de marketing que la marca haya producido en el proceso de definir el coche como “familiar” es un acto de coraje de cara a los accionistas y el único realmente rentable de cara al público al que se dirigen. Mutilado y reconstruido, más poderoso que antes de la operación, Annakin Skywalker es pura fuerza publicitaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario